Mito 1. Las mutaciones proveen la materia prima para la creación de nuevasespecies. La teoría de la macroevolución gira en
torno a la idea de que las mutaciones —cambios aleatorios en el código genético
de plantas y animales— pueden originar no solo nuevas especies, sino
familias completamente nuevas.
Realidad. Muchos de los caracteres
de las plantas y los animales vienen determinados por las instrucciones del
código genético, los planos contenidos en el núcleo de cada célula. Aunque se ha descubierto que las mutaciones
pueden producir alteraciones en los descendientes de los seres vivos, ¿generan
de verdad especies enteramente nuevas? ¿Qué ha revelado un siglo de
investigaciones en el campo de la genética?
A finales de la década de 1930, la comunidad
científica abrazó efusivamente una novedosa idea. Si la selección natural
—el proceso por el que las criaturas mejor adaptadas al medio sobreviven y se
propagan— podía producir nuevas especies vegetales a partir de mutaciones
aleatorias, como se pensaba, seguro que el hombre sería capaz de hacer lo
mismo, y de un modo más efectivo, mediante la selección artificial de las
mutaciones. “Se desató la euforia entre los biólogos en general y entre los
genetistas y criadores en particular”, dice Wolf-Ekkehard Lönnig, científico
del Instituto Max Planck para la Investigación de la Reproducción Vegetal en
Alemania.* ¿Por qué tanta euforia? Lönnig, quien
lleva unos treinta años estudiando las mutaciones genéticas en vegetales,
explica: “Los investigadores pensaron que había llegado la hora de
revolucionarel método tradicional de crianza de plantas y animales. Creyeron
que provocando mutaciones y seleccionando las que fueran beneficiosas
obtendrían nuevas y mejores variedades”. Algunos
hasta esperaban ver surgir especies completamente nuevas.
Gracias a generosos aportes, científicos de Estados
Unidos, Asia y Europa pusieron en marcha programas de investigación en los que
emplearon métodos que prometían acelerar el proceso evolutivo. ¿Qué resultados
arrojaron más de cuatro decenios de intensa labor? “Pese a todo el dinero
invertido —afirma el investigador Peter von Sengbusch—, los intentos de
conseguir variedades de mayor rendimiento mediante radiación [para inducir mutaciones]
fracasaron ostensiblemente.” Y Lönnig
señala: “Para los años ochenta, las esperanzas y la euforia de los científicos
habían terminado en un fracaso mundial. La selección por mutación como una
rama autónoma de investigación fue abandonada por los países occidentales. Casi
todos los mutantes [...] morían o eran más débiles que las variedades
silvestres”.
Las investigaciones de cien años sobre las mutaciones en
general y de setenta años sobre la selección por mutación en particular bastan
para que los científicos determinen si es posible que las mutaciones generen
nuevas especies. Después de examinar las pruebas, Lönnig concluyó: “Las
mutaciones no pueden transformar una especie original [vegetal o animal]
en otra totalmente nueva. Esta conclusión armoniza con los resultados de todos
los experimentos y estudios sobre mutaciones realizados en el siglo XX,
así como con las leyes de la probabilidad”.
Por tanto, ¿pueden las mutaciones convertir una especie
determinada en una completamente distinta? Las pruebas demuestran que no. Los
estudios de Lönnig lo llevaron a concluir que “las especies debidamente
definidas tienen límites claros que las mutaciones accidentales no pueden
eliminar ni traspasar”.
Lo anterior tiene
muchas implicaciones. Si científicos consumados son incapaces de producir
nuevas especies induciendo mutaciones y preservando las que sean útiles, ¿qué
probabilidades hay de que un proceso carente de inteligencia lo haga mejor?
Si las investigaciones demuestran que las mutaciones no pueden
transformar una especie original en otra totalmente diferente, ¿cómo, entonces,
podría tener lugar la macroevolución?
Mito 2. La selección natural condujo a la creación de nuevas especies. Darwin creía que el proceso que llamó
selección natural favorecía a las formas de vida mejor adaptadas al medio y que
las menos adaptadas al final se extinguían. En la actualidad, los
evolucionistas enseñan que al dispersarse las especies y quedar aisladas, la
selección natural preservó a los individuos cuyas mutaciones genéticas los
hicieron más aptos para sobrevivir en el nuevo ambiente. Con el tiempo,
conjeturan, estos grupos aislados dieron origen a especies totalmente nuevas.
La realidad. Como se ha señalado,
las pruebas indican de manera enfática que las mutaciones no producen
formas completamente nuevas de plantas o animales. Pues bien, ¿en qué se basan
los evolucionistas para afirmar que la selección natural elige las mutaciones
favorables a fin de crear nuevas especies? Un folleto editado en 1999 por
la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos cita como ilustración “las trece especies de
pinzones estudiados por Darwin en las Galápagos, hoy conocidos como pinzones de
Darwin”.
En la década de 1970, un equipo de investigación
dirigido por Peter y Rosemary Grant, de la Universidad de Princeton, estudiaron
estos pinzones y descubrieron que tras un año de sequía en las islas, los de
pico un poco más grande sobrevivieron mejor que los de pico más pequeño. Dado
que la observación de la forma y el tamaño del pico constituye uno de los
principales medios para distinguir cada una de las trece especies, se otorgó
gran importancia a este hallazgo. El folleto de la Academia agrega: “Los
Grant calculan que si, por término medio, ocurre una sequía por década,
surgiría una nueva especie de pinzón al cabo de solo doscientos años”.
Sin embargo, el folleto no menciona que en los años
posteriores a la sequía los pinzones de pico más pequeño volvieron a
predominar. Los investigadores descubrieron que tras el cambio climático, los
pájaros de pico más grande dominaron por un año, pero luego fue justo al revés.
También notaron que algunas de las distintas “especies” se cruzaban y producían
descendientes que sobrevivían mejor que sus progenitores. Concluyeron que, de
persistir el cruce, podría darse el caso de que dos “especies” se fusionaran en
una.
Entonces, ¿puede la selección natural realmente crear
especies nuevas? Hace varios decenios, el biólogo evolucionista George
Christopher Williams cuestionó si la selección natural tenía tal capacidad.26 En 1999, el teórico de la evolución
Jeffrey H. Schwartz escribió que la selección natural quizás ayude a las
especies a adaptarse a las cambiantes exigencias de la existencia, pero en
ningún caso crea nada nuevo.
Efectivamente, los
pinzones de Darwin no se han transformado en “nada nuevo”. Siguen siendo
pinzones. Y el hecho de que se crucen pone en entredicho los criterios que
emplean ciertos evolucionistas para definir una especie. El caso de estos
pájaros también revela que hasta las más prestigiosas instituciones científicas
son capaces de presentar la información de manera sesgada.
Mito 3. El registro fósil documenta los cambios de la macroevolución. El folleto antes mencionado deja al
lector con la impresión de que los restos fósiles hasta ahora descubiertos
documentan sobradamente la macroevolución. Dice: “Se han hallado tantas formas
intermedias entre peces y anfibios, entre anfibios y reptiles, entre reptiles y
mamíferos y dentro de la cadena evolutiva de los primates, que en muchos casos
resulta difícil precisar cuándo se produce la transición de una especie a otra”.
La realidad. La anterior
aseveración sorprende bastante. ¿Por qué? Niles Eldredge, acérrimo
evolucionista, declara que el registro fósil no revela una acumulación
gradual de cambios, sino que durante largos períodos de tiempo “se acumulan
pocos o ningún cambio evolutivo en la mayoría de las especies”.
Al presente, por toda
la Tierra se han desenterrado y catalogado unos doscientos millones de fósiles
grandes y miles de millones de fósiles pequeños. Muchos científicos concuerdan
en que este vasto y detallado registro prueba que los principales grupos de
animales aparecieron de repente y se mantuvieron prácticamente inalterados, y
que muchas especies desaparecieron con la misma rapidez con que llegaron.
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